¿Eres de los que eligen una obra buscando riqueza argumental o una ambientación bien documentada? ¿Te atrae la combinación de amor e intriga? Entonces probablemente disfrutarás mucho La tierra del sol poniente (Grijalbo, 2016). 

Es ésta la vigesimoquinta novela de Barbara Wood, una inglesa que tuvo que emigrar a Estados Unidos y que ha cosechado innumerables éxitos en el campo literario.

Cuando leí la sinopsis, adentrarme en la obra me pareció un desafío por dos razones: el oeste americano no se encuentra entre mis temas predilectos a la hora de leer, y confieso que tampoco había leído nunca nada de Wood, aunque sí había oído buenas críticas de ella. Pero la historia del libro se desarrolla en los años veinte, y eso captó mi atención. Y también la portada, lo reconozco, que simula el cartel de una película antigua, uno de esos primeros westerns e, incluso a muchos cinéfilos tal vez les recuerde célebres clásicos posteriores como Lo que el viento se llevó.

La belleza natural de California conforma el telón de fondo de la novela. Nos situamos en torno a 1920. Elizabeth es una joven de familia adinerada, pero su padre decide restringirle el acceso a la herencia de su abuelo, argumentando que las mujeres no sirven para las finanzas. Pero parece que sí que sirve Nigel, un personaje (en el doble sentido de la palabra) que acaba de heredar el título de barón pero que no tiene dinero que le respalde. ¿Y qué hace? ¡Bingo! Intentar casarse con Elizabeth. Y lo consigue.

La naturaleza codiciosa y amorosa de Nigel se manifiestará poco a poco mediante su plan de construir un huerto rentable de palmeras datileras como sea, por cualquier medio, incluyendo desviar el agua de la tierra de los indios. En todo ello, se refleja muy bien la transformación de los territorios ocupados por tribus, las presiones que tuvieron que sufrir los indios debido a la no consideración del hombre blanco, que les fue arrinconando, pisoteando, y les impidió continuar con sus tradiciones.

Con un marido así, a Elizabeth no le queda otra que madurar, hacerse fuerte y, sobre todo, luchar por sus derechos y por alcanzar la independencia y el poder de decisión que se le había arrebatado a las mujeres, muchas de las cuales vivían a la sombra de sus maridos.

Mientras Elizabeth trata de escapar de su matrimonio, encuentra un fuerte aliado en Cody McNeal, un vaquero atormentado por su pasado y, en definitiva, un hombre honrado. Otro personaje que hay que destacar es el chamán, que busca urgentemente un sucesor en un mundo que está entrando en la modernidad.

En cuanto a la ambientación, la obra cuenta con preciosas descripciones de la naturaleza antes de que muchos hombres comenzaran a vivir en aquellos lugares que deberían haber pertenecido a los indios. La tierra del sol poniente arroja luz sobre el choque entre culturas y los cambios que se produjeron en el oeste americano. Y lo hace mientras asistimos al crecimiento de personajes bien desarrollados.

La autora ha investigado bien el periodo histórico: tanto la prohibiciones como los derechos de las mujeres que estaban siendo cuestionados, y las leyes que dificultaban que las mujeres pudieran obtener divorcios, por ejemplo. Además, se pone al descubierto el fenómeno del caballero-psicópata, del que, lamentablemente, aún contamos con algunos ejemplares en nuestro mundo actual.

Los lectores se darán cuenta de los muchos problemas concurrentes de esta era, la del crecimiento de América como país, así como del impacto de las leyes relativas a las mujeres y la necesidad de desafiarlas, por supuesto. En ese sentido, la historia tiene una conclusión emocionante y satisfactoria, aunque actualmente aún quede mucho por hacer.  

Pasión, acción, respeto, resiliencia y una buena ambientación de los años veinte es lo que el lector puede encontrar en esta obra. Si eres fan de la escritora, seguro que no te defraudará.

En 1920, durante el viaje en barco que la devuelve a casa, Elizabeth Van Linden, una rica heredera de la alta sociedad neoyorquina, conoce a Nigel Barnstable, un joven aristócrata inglés que ha heredado el título de barón Stullwood pero no el dinero ni las propiedades de la familia. Enamorada, se casa con él en cuanto llegan a Nueva York, y Nigel pasa a controlar la cuantiosa fortuna de su esposa.

La primera decisión del matrimonio es irse a vivir cerca del desierto de Mojave, al sur de California, donde Nigel compra una hermosa propiedad para crear un imperio agrícola junto a una reserva india. La población se llama Palm Springs y está empezando a atraer, como lugar de ocio, a los ricos y famosos de una incipiente industria: el mundo del cine.

Elizabeth trata de adaptarse a una vida nueva, ignorante de que su presencia perturba a Cody, el vaquero que han contratado como capataz. También empieza a conocer a los jefes de la tribu cahuilla, que tratan de vivir de acuerdo con sus costumbres ancestrales, preservando el amor y el respeto por la tierra.


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Abrazos,