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El nombre del viento (Patrick Rothfuss)
07 marzoRothfuss afirma que fue su padre quien le enseñó que si tenía que hacer algo, debía tomarse su tiempo y hacerlo bien.
Se ve que le hizo mucho caso, y menos mal, porque El nombre del viento es una obra soberbia. Maravillosa. Uno de esos libros que tienes la suerte de leer. Incluso, puede que dentro de unos años lo consideren todo un clásico. Lo afirmo alto y claro, y eso que ya hace semanas que terminé de leerlo, así que nadie puede argumentar que se trata de la emoción del momento. Pasado el tiempo, sigo conservando en la memoria las vicisitudes del protagonista, un personaje atractivo desde el mismo inicio de la obra por el halo de misterio y poder que le envuelve, y que trataremos de dilucidar a través de la lectura. Una lectura que se nos hará muy corta porque es de esas novelas que uno no puede parar de leer hasta que observa que le quedan pocas páginas y se detiene contra su voluntad con la intención de dosificar lo más posible el final; se afana por evitar concluirla, algo que irremediablemente sucede poco después y nos deja con el sabor agridulce del placer por lo leído.
Podría hacer esta reseña de mil formas. Sigo estando tan impresionada y tan enamorada que no sé por dónde empezar a describirlo para que le haga justicia, pero, como siempre, intentaré dibujar mis impresiones lo mejor que pueda.
El nombre del viento es una celebración del gusto por contar historias, y lo es desde el comienzo hasta el final. En la posada Roca de Guía la mayoría de noches se cuentan historias, mientras se bebe. El dueño de la taberna, Kvothe, rara vez interviene en ellas, pero, sin embargo, está a punto de emprender el relato de la más especial de todas: la suya.
Tras insistir en que contará su historia durante tres días (El nombre del viento abarca sólo el primero), y recordándole a Cronista, un recopilador, que debe escribirla tal y como la cuenta, comienza a compartirla con él, con Bast —su discípulo y asistente— y con nosotros, lectores.
💬 «Todos nos contamos una historia sobre nosotros mismos. Siempre. Continuamente. Esa historia es lo que nos convierte en lo que somos. Nos construimos a nosotros mismos a partir de esa historia».
Comienza el relato, y asistimos a sus peripecias desde que era joven. Kvothe (pronunciado como «cuouz») está dispuesto a deshacer la leyenda, el mito que lo rodea, porque es una figura mundialmente conocida llena de misterio y poseedora de una buena o mala reputación, dependiendo de lo que hayamos oído, dice.
Desmitificarlo nos corresponde a los lectores, que empezamos a vislumbrar al Kvothe auténtico, al hombre que se ha escondido en una posada en medio de la nada con su aprendiz. Y no sabemos por qué lo ha hecho, pero para eso está Cronista: para descubrirlo, al mismo tiempo que lo hacemos nosotros. Así asistiremos a las peripecias del joven Kvothe con los Ruh, con su familia, sus primeros contactos con la magia, la verdadera magia, y veremos cómo va creciendo su ansia de conocimiento mientras nos damos cuenta de que El nombre del viento es una fantasía épica fabulosa, pero también es un bildungsroman, la historia de la vida de una persona, que se mueve especialmente por transición de la juventud a la etapa adulta y nos deja, en este caso, echar un vistazo a cómo se forja un héroe: Kvothe el Arcano, el Sin Sangre, el Asesino de Reyes. Al que también han llamado E’lir, o Shadicar, o Dedo de Luz o Seis Cuerdas. El hombre que creció siendo Kvothe, nombre que una vez le dijeron que significaba «saber».
La experiencia de leer a Rothfuss es deliciosa. No hay otra palabra, este hombre escribe maravillosamente, parece que ha estado toda la vida preparándose para crear esta maravilla de saga (y ojo, sólo es el primer libro). ¿Qué decir de su prosa? Las casi novecientas páginas del libro no son suficientes, la magistral forma de escribir del autor es tan absorbente que pasas de la página treinta a la trescientas sin apenas darte cuenta.
El lenguaje está muy, muy cuidado, y el estilo de escritura es suave, de ritmo preciso. La prosa es atractiva, a menudo humorística, detallada, pero sin detalles inútiles ni aburridas e irrelevantes descripciones de diez páginas, o similares. Hay pasajes muy conseguidos, llenos de calidad y belleza; Rothfuss pisa a menudo la delgada línea entre la prosa y la poesía, y con buena nota, afortunadamente: la calidad de su escritura respira magia incluso en escenas bastante ordinarias, y hace algunos de los más importantes extraordinarios.
Pero lo que le da fuerza al libro es que se trate de historias dentro de la historia. Como dice Rothfuss, a él le gusta, sobre todo, contar historias, y esa característica la hereda el protagonista del libro. ¿Resultado? Lo que en narratología se denominan «cajas chinas»: una estructura que aporta riqueza psicológica y dinamismo (al estilo de, por ejemplo, Los hermanos Karamazov) y hace aún más intensa la lectura.
En cuanto a la trama, me gustaría estar horas hablándoos sobre ella, pero creo que lo mejor es que sepáis lo menos posible, para que lo descubráis por vosotros mismos. Por eso creo que lo mejor será no comentar absolutamente nada del libro, de su protagonista, de la infancia del mismo narrada en este primer volumen. No hay que arriesgarse a estropear la lectura y estoy segura de que al final querréis que Kvothe os acompañe la totalidad de vuestro tiempo, contando sus historias.
Su historia. La del Kvothe artista ambulante, actor, músico, hechicero, aventurero; un hombre al que han llamado de muchas maneras, que ha «recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. Ha hablado con dioses, ha amado a mujeres y ha escrito canciones que hacen llorar a los bardos». ¡Y qué canciones! La música es una parte fundamental de la trama, esencia de la base de nuestro protagonista, y es —muy— de agradecer que así sea.
Puede ser complicado recordar tantos lugares, acontecimientos y detalles, pero estos temas son introducidos por Rothfuss de una forma tan sutil y magistral que se te quedan grabados en la mente y parecen formar parte de la cultura general del mundo real, en serio.
La forma en que Rothfuss pone a relucir las diversas tramas, revelando e insinuando en los momentos correctos, aumentando la tensión y la anticipación, dando pistas que comienzan a unirse en una imagen es, francamente, impresionante. Lo mismo ocurre con la creación del mundo —sólido, creíble y original—: hay suficientes elementos para que mantengas el interés, pero no tantos como para que cierres el libro, abrumado. Un buen equilibro. Me ha gustado mucho la manera de introducir el tema de la magia, a la cual dota de una lógica tal que dejas de verla como un montón de palabras y gestos rocambolescos y sin sentido para pasar a entenderla como una ciencia de tal complejidad y sutileza que está al alcance sólo de muy pocas mentes y para la que se necesita conocimiento, concentración y esfuerzo. Es un concepto realista de lo fantástico.
Por otra parte, los personajes están perfectamente construidos y sus movimientos son convincentes. El desarrollo de Kvothe es jodidamente bueno. Kvothe ha conocido el dolor, la desesperación, el sentimiento de estar
completamente abandonado y solo, y también ha experimentado alegría,
amor, felicidad y conocimiento. Se puede llevar golpes, que al capítulo
siguiente estará mostrando algunos de los actos más verdaderos de bondad
que jamás podría imaginar.
Kvothe es bueno en todo, o en casi todo y uno de los aciertos en ese sentido reside en que nuestro héroe es pobre como las ratas, transmite lo que es ser pobre, pero hace lo posible para no estancarse en esa situación (me recuerda un poco a los personajes de Dickens y sus monedas en los bolsillos). Este rasgo, unido a su mala suerte, sus enemigos, entre otros puntos, equilibra un poco la balanza de perfección.
Otro aspecto que potencia el atractivo del libro es que se cuentan los años de formación y madurez de nuestro protagonista, esa época mágica en que se forma el carácter de una persona. Kvothe nos narra cómo vivió en estos años bastantes experiencias, y a cuál más diferente. Hay mil y un antecedentes de esta estructura, pero el más evidente quizás sea Harry Potter, con unas cuantas gotitas de Tolkien, por supuesto.
Otro aspecto que potencia el atractivo del libro es que se cuentan los años de formación y madurez de nuestro protagonista, esa época mágica en que se forma el carácter de una persona. Kvothe nos narra cómo vivió en estos años bastantes experiencias, y a cuál más diferente. Hay mil y un antecedentes de esta estructura, pero el más evidente quizás sea Harry Potter, con unas cuantas gotitas de Tolkien, por supuesto.
Es genial cómo Rothfuss retrata Kvothe, mientras narra la historia, cómo se refiere a sí mismo como muchacho joven, cómo experimentó la tragedia, la tristeza, también la desesperación y el peso de sus preocupaciones, cómo le quedaba aún mucho por aprender. Y lo cuenta mientras, lo quiera o no, hace contrapeso con su yo actual, el que ya ha pasado todo eso y más y es diferente pero sigue siendo la misma persona en esencia. Vemos a un Kvothe que resulta muy humano, y eso que al mismo tiempo, es una figura divina, un músico asombroso, un luchador experto y un poderoso mago. ¡Casi nada!
Y para no extenderme más y por si aún necesitáis razones para sumergiros este libro, una última cosa (aunque podría seguir aquí un rato): ¡hay dragones!
En definitiva, cualquier persona que disfrute con el género fantástico podría embarcarse en este libro, y sería un acierto, pero también lo podría hacer todo aquel busque grandes historias. Porque El nombre del viento es una celebración de contar historias: desde el principio hasta el final sigue vivo el deseo de saber más sobre nuestro héroe, Kvothe. Es también una obra bellamente escrita; hay imágenes certeras y frases poderosas. Uno de esos libros que te dejan una maravillosa sensación al acabarlo, como si hubieses encontrado a un amigo perdido que llevabas buscando mucho tiempo; uno de esos libros que te hace pensar, y sentir. Una historia que merece ser oída.
Y tú, ¿has oído hablar de Kvothe?
Valoración
★★★★★
→ Algunas citas... 💬
«Cuando somos niños, casi nunca pensamos en el futuro. Esa inocencia nos deja libres para disfrutar como pocos adultos pueden hacerlo. El día que empezamos a preocuparnos por el futuro es el día que dejamos atrás nuestra infancia».
«Mis padres bailaron juntos; mi madre con la cabeza apoyada en el pecho de mi padre. Ambos tenían los ojos cerrados y parecían perfectamente satisfechos. Si encuentras a una persona así, alguien a quien puedas abrazar y con la que puedas cerrar los ojos a todo lo demás, puedes considerarte muy afortunado. Aunque solo dure un minuto, o un día. Después de tantos años, esa imagen de mis padres meciéndose suavemente al son de la música es, para mí, la imagen del amor»
«No hay ninguna buena historia que no contenga nada de verdad. Supongo que aquí hay tanta verdad como en cualquier otro sitio».
«Todos tenemos dos mentes: una mente despierta y una mente dormida. Nuestra mente despierta es la que piensa, habla y razona. Pero la mente dormida es más poderosa. Ella ve en lo más profundo de las cosas. Es la parte de nosotros que sueña. Lo recuerda todo. Nos proporciona intuición. Tu mente despierta no entiende la naturaleza de los hombres. Pero tu mente dormida sí. Ella ya sabe muchas cosas que tu mente despierta ignora».
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7 abrazos
Hola, comencé esta lectura hace unos meses, pero desde las primeras páginas me pareció un poco aburrido y me dio mucha pereza finalizar su lectura. Creo que soy de las pocas personas a las que no les ha gustado demasiado este libro :(
ResponderEliminarSaludo.
¡Hola!
ResponderEliminarTengo que leer esta novela, esta entre mis pendientes desde hace mucho tiempo pero no me llego a animar y no se muy bien porque, supongo que he leído tantas cosas buenas que quiero que me guste jejeje.
Espero disfrutarlo cuando me anime y por cierto, que fotos tan bonitas!
Un beso :D
Uno de mis libros favoritos =)
ResponderEliminarMe encanta cómo evoluciona el personaje de Kvothe y por otro lado me encanta Bast!
Estoy esperando que salga fecha para el tercero, así releo este y me pongo con el segundo =)
Besotes
Hola guapa!
ResponderEliminarTengo tanto este como el siguiente pendientes de leer y la verdad que estoy deseando leerlos pero no me animo hasta que el autor no se decida a sacar el tercero, pues luego me da coraje quedarme a la mitad. Fantástica reseña. Besotes
Hola!!
ResponderEliminarSe le ve muy bonito el libro y, si tu dices que es así, estoy segurisima de que sera tan perfecto como tú lo cuentas.
Me alegro de que lo hayas disfrutado, espero poder leermelo pronto.
Besos!!
Para mi gusto demasiadaa descripciones y detalles, aún así me encantó! Leí el segundo también y deseando que salga el 3!!
ResponderEliminar¡Hola guapa!
ResponderEliminarHe leído este y el siguiente, "El temor de un hombre sabio". ¡Me encantaron! Sí que es verdad que el principio de "El nombre del viento" se me hizo algo complicado cogerle el punto. Recalco. El principio. Porque cuando ya le cogí el ritmo a las pocas páginas, me enganchó. Este nuevo mundo que nos ofrece Rothfuss, bajo mi punto de vista, está muy bien logrado, así como la trama y los personajes. Kvothe es un personaje carismático que hace que quieras seguir conociendo más sobre él, pero si me tengo que decantar por alguien es, definitivamente, Auri.
Mi Auri.
¡Me encanta!
Confieso que había veces que avanzaba en la historia deseando volver a verla. Y cómo no, también he leído "La música del silencio". Es un libro muy, muy, muy poco convencional (de hecho, el propio Rothfuss lo dice), pero a mí me encantó.
Estoy deseando saber cómo continúa esta historia.
¡Besitos!