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novela epistolar
reseña
Cartas de amor a los muertos (Ava Dellaira)
15 febrero
Hace unas semanas concluyó la lectura conjunta de Cartas de amor a los muertos de Ava Dellaira, propuesta en Érase un club de lectura (si queréis saber más, sólo tenéis que hacer clic aquí), un libro del que me habían hablado muchísimo y del que tenía expectativas bastante altas. Sí, has leído bien, he dicho hace unas semanas, lo que sucede es que yo soy un desastre con patas y os traigo la reseña ahora (se oye un «aleluya» de fondo).
Cartas es una novela de la que se ha escrito bastante, tanto positivo como negativo. Por citar tan sólo un ejemplo, la propia Emma Watson afirmó: «Querida Ava: tu libro me ha encantado». Particularmente, me fío bastante del criterio de Emma, y aunque a mí no me ha maravillado al doscientos por cien, sí que valoro enormemente las lecturas que te hacen sentir y, por supuesto, no significa en absoluto que a ti no pueda fascinarte, así que voy a intentar redactar mi pequeña opinión y arrojar toda la luz que pueda.
Cartas de amor a los muertos narra la historia de Laurel, una chica que intenta superar el fallecimiento de su querida hermana May. Un día, la profesora de literatura les propone un trabajo que Laurel no hace más que posponer, pero gracias al que comienza a escribir cartas a famosos fallecidos donde expresa sus pensamientos, miedos y sensaciones. Así comienza la montaña rusa de emociones, señores. Si no queréis que jueguen con vuestros sentimientos, no leáis, porque lógicamente os vais a poner tristes. Si no queréis que jueguen con vuestros sentimientos pero queréis entender un poco más la muerte como parte de la vida, abrid el libro; es una de esas lecturas en las que tienes cierto nudo en la garganta conforme vas leyendo, que te hacen pensar.
El recuerdo por la reciente muerte de May es algo que acompaña constantemente a Laurel. Acaba de empezar el instituto, uno diferente del que solía asistir. Ahora no la conoce nadie e intenta hacer lo que puede para sobrellevar la pérdida de su hermana.
En este intento, Laurel comienza a comportarse de manera diferente y a hacer cosas que realmente no haría ella. Esta actitud esconde una dura realidad que sigue manteniéndose oculta buena parte de libro y que sigue destrozando a Laurel día tras día. Y es que se echa la culpa de la muerte de su hermana, quizás porque podría haber hecho mucho más para salvarla, para que no se desvaneciera y desapareciera de su vida de aquella forma. Creo que es este uno de los aspectos del duelo que más nos suele representar cuando perdemos a un ser querido: ese constante pensamiento de podría haber hecho más por él/ella, o el podría haberle dicho mucho más.
El caso es que mucha gente no sabe del todo cómo murió May, incluidos sus padres (y los lectores), y Laurel no se siente preparada para contarle al mundo toda la verdad. A su dolor, además, hay que sumarle el que conlleva observar a diario la tristeza de su padre (que intenta, con fuerza, levantar cabeza) y la ausencia de su madre, un personaje que me ha parecido bastante cobarde.
El caso es que mucha gente no sabe del todo cómo murió May, incluidos sus padres (y los lectores), y Laurel no se siente preparada para contarle al mundo toda la verdad. A su dolor, además, hay que sumarle el que conlleva observar a diario la tristeza de su padre (que intenta, con fuerza, levantar cabeza) y la ausencia de su madre, un personaje que me ha parecido bastante cobarde.
En este punto, Laurel decide que prefiere imitar a su hermana fallecida antes de descubrir su esencia propia. Al principio, parece tratarse de un pequeño homenaje a su hermana y su particular manera de enfrentarse a lo desconocido. La ve como un modelo a seguir, como su heroína, y por eso Laurel intenta ser como ella cuando hay cosas que le cuestan. No hay nada malo en esto, es genial tener un referente, pero después su dependencia con May roza lo obsesivo. Comienza a ser un poco molesto que quiera ser como ella como única forma de encarar los problemas; una cosa es tener un modelo y otra diferente desesperarnos por convertirnos en él, pensar en cómo actuaría x antes que detenernos a preguntarnos cómo actuaríamos nosotros mismos. Parecía que Laurel quería vivir la vida de May, como May, pero sin darse cuenta de que ella no era May...
Aquí es donde surge uno de los aspectos más interesantes, en mi opinión, que es la exploración de uno mismo, porque la novela no se basa tan sólo en el amor, o en la amistad, a la que me referiré después, sino en la búsqueda de uno mismo, que no puede darse si no somos completamente sinceros con nosotros mismos.
Aquí es donde surge uno de los aspectos más interesantes, en mi opinión, que es la exploración de uno mismo, porque la novela no se basa tan sólo en el amor, o en la amistad, a la que me referiré después, sino en la búsqueda de uno mismo, que no puede darse si no somos completamente sinceros con nosotros mismos.
¿Qué ocurrió con May? ¿Por qué hay momentos en los que Laurel se siente culpable? ¿Es ella la única que sabe lo que le pasó? Todas estas son preguntas que muchos defenderían como el centro de la trama, pero sin embargo, Cartas de amor a los muertos va más allá. Laurel estaba preocupada porque no se veía capaz de contar al mundo qué ocurrió con May, pero también le costaba ser ella misma y deseaba serlo; tendía a desaparecer, no conseguía transmitir todo lo que quería expresar, y quería hacerlo, contar su verdad que, independientemente de si fuera aterradora o mala, sería hermosa. Sería hermosa simplemente porque es cierta.
Laurel podría haber salvado a May o no, eso tendréis que descubrirlo vosotros, pero lo que no podría haber dejado de hacer es salvarse a sí misma. A veces, hay que aceptar que no podemos huir de nuestro lobo interior, ni nadie que nos quiera puede matarlo, porque también forma parte de nosotros mismos. Y nadie puede salvarnos de nosotros mismos. Como decía Bukowski, «nadie puede salvarte sino tú mismo, y mereces salvarte».
Por otro lado, y ya sobre aspectos más técnicos, me gustaría destacar la gran rapidez con la que muchas veces ha avanzado la trama, sobre todo la vertiente amorosa, tanto que, cuando se estaba formando cierta relación principal (no diré nombres por no hacer spoilers) la he visto de manera precipitada y extraña. Otro de los casos (tampoco diré quiénes) sí que me ha parecido genial, pero me ha dejado un regusto extraño; siento que tenía más potencial y no ha sido explotado. Lo que sí me parece muy destacable es que, como he dicho antes, una de las bases de la novela sea la amistad; hay personajes muy entrañables.
Creo que la elección del formato epistolar es un punto novedoso que, sin
embargo, podría haber dado de sí muchísimo más. Aunque a veces las
cartas resultaban un buen recurso para aprender detalles curiosos de
personajes célebres, otras veces la comparación era flojilla y la
inmersión de un determinado famoso parecía introducida con calzador,
como si hubiera que incluir a alguien más para dar pie a una determinada
historia. Parecía que lo daba lo mismo que Laurel estuviera escribiendo a cada uno de los destinatarios o a cualquiera, no se aprovechaba la riqueza de la identidad de cada destinatario.
En definitiva, a nivel personal esperaba mucho más, pero eso no significa que Cartas de amor a los muertos no sea un buen libro, de los que te hacen pensar, escrito con sensibilidad y con una prosa meditada. Es una lectura rápida y puede que la ames o puede que no te llegue al cien por cien, pero sobre todo en lo que refiere a la vida, a la muerte, a la exploración propia y, en mayor o menor medida, si has sufrido una pérdida, te dejará huella.
Puntuación
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¿Y vosotros? ¿Lo habéis leído? ¿Estáis de acuerdo en algo? ¡Nos vemos en los comentarios!
Abrazo enorme,
2 abrazos
Tengo ganas de leerlo, espero que no me defraude y que consiga llegarme al corazón haciéndome sentir
ResponderEliminarUn besazo!
¡Hola María! Leí este libro con demasiadas expectativas y me da pena admitir que me decepcionó. Una de las cosas que rescato del libro es lo rápido que se lee.
ResponderEliminarUn beso enorme.