Laura está cansada de su vida en España. Acaba de romper con su novio y sus padres no dejan de pelearse tras el divorcio, así que toma una decisión: coger el primer avión que salga del aeropuerto para alejarse de la rutina (ojalá pudiéramos hacer esto todos. Yo con tener una puerta mágica me conformo). Y el próximo despega con destino a... ¡Islandia! Nada más llegar conoce, por casualidad, a Orri, un islandés bastante ligón que le propone enseñarle la ciudad en la que se encuentran... ¡y la isla al completo! No, no se trata de ninguna táctica de flirteo, al menos no al cien por cien: da la casualidad de que Orri está dando la vuelta a la isla en coche con su amigo Guðjon (alias John). Algo así como una aventura de verano.

Sé lo que estáis pensando: ¿de verdad se va a ir de viaje con dos desconocidos? A lo mejor es una locura, pero ya sabéis, las mejores personas están locas, así que Laura valora la proposición y al final acaba aceptando. ¡Yep! ¡Y menos mal!

De este modo, Laura se embarca en un road trip por Islandia, un destino poco habitual, pero que cautiva muchísimo (tanto que después querrás coger un avión y plantarte allí #noshapasado). En mi caso, me encantan los libros de viajes, así que no tuve sensación de lentitud en ningún momento (si acaso, sólo en las primeras páginas). La autora nos descubre Islandia por completo, un lugar muy desconocido en la literatura; nos enseña sus secretos, sus rincones más especiales, y consigue trasladarnos allí por completo, como un viajero más de ese coche. Además, la edición incluye muchas fotografías de los sitios que se mencionan. Estas imágenes aparecen en blanco y negro, pues Laura padece una enfermedad que le impide apreciar los colores, y están colocadas junto a las descripciones sobre los maravillosos parajes de la isla y sobre las costumbres de los habitantes, crean una ambientación maravillosa y muy realista.

La historia me ha sorprendido en muchas ocasiones, todas ellas de una forma muy especial. Al comenzar a leerla me encontré con una protagonista herida, perdida y huidiza, por esa razón me caló desde el principio, me recordó a mí misma en mis peores momentos, así que ya imaginaréis lo que me ha llegado. También me encontré con una historia que no resultaba ser nada fuera de lo común, disfruté leyendo los primeros capítulos y observando el transcurso del viaje de Laura, Orrin y Guðjon; las magníficas descripciones de Laia Soler sobre Islandia y sus parajes naturales, los campos de lava, los pueblos, los lagos, las cascadas... pero entonces todo cambió.

Entonces, Heima es hogar en islandés pasó de ser una historia romántica contemporánea a... ¿cómo calificarlo para que no os hagáis una idea equivocada? A ser magia. Realismo mágico. Algo increíble transforma ese viaje en más, en muchísimo más, y le otorga una energía mágica que pone los pelos de punta. De verdad, hay un giro en la historia que hechiza, un misterio que poco a poco se va desvelando, un secreto que al principio intuyes... Pero que resulta no ser lo que estabas pensando. Sólo puedo adelantar que hay más de una razón para todo ese viaje. Quien lo haya leído, sabe a qué me refiero. Quien no lo haya hecho, en serio, ¡no esperes más! (y cuando lo hagas, cuéntame, por favor).

Como he dicho antes, me daba miedo que Heima me decepcionara porque a todo el mundo le había encantado y, sobre todo, porque lectores en los que confío me habían hablado maravillas de ella. Vamos, que partía de la base de que estaba leyendo una novela calificada por muchos como maravillosa, increíble, etc... Y, para mi gusto, lo ha sido.




Algunas citas...

✧ «Sé que el amor no es algo mágico que puede con todas las barreras y los obstáculos de la vida, pero la voluntad sí lo es».

✧ «Los secretos existen para guardarlos… y, en situaciones límite, también para negociar».

✧ «Después de todo, uno no puede conocer el fondo marino observando sólo sus olas».

✧ «El mundo sería un lugar mejor si dejáramos de atarnos a la lógica y nos permitiéramos creer un poco más en lo que no vemos. Quizá el mundo nos esconde sus maravillas simplemente porque no creemos en él».

✧ «Eso es lo que creo, Laura, y no vas a cambiar mis ideas, porque hace mucho tiempo que decidí que eso sería lo único que no dejaría que nadie me robara».